Como la mayoría de días bonitos fuimos al parque y corrimos por casi toda la cuadra. Te encanta subirte al quiosco, darle la vuelta y tirarte a mis brazos. También recorrer toda la fuente de la bandera y ponerle velocidad a tus pies en una bajada.
En esta bajada
irremediablemente caíste. Te ayudé a levantarte y con mi pañuelo humedecido con
agua te alivié un poco el dolor. Lloraste… claro que lloraste pero luego seguiste
jugando.
Esta caída, como
muchas otras que vendrán, harán que aprendas a meter las manos, a correr más
despacio, más seguro o talvez a no irte por el mismo camino.
Los errores en la
vida son como las caídas. Algunos se enmendan, otros se perdonan y otros se
aceptan. Lo importante es que no caigas siempre en el mismo error y sepas
levantarte.
Muchas veces le echamos la culpa a la piedra, cuando esta siempre ha estado ahí y mientras que nosotros somos quienes no caminamos bien.
Foto:www.saludymedicinas.com.mx
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