... la templanza es una oportunidad dada por Dios


Recuerdo que estaba en Bachillerato y el profesor de Historia nos hablaba sobre la época medieval y según nos contaba él como español habia visitado Toledo, ciudad reconocida especificamente en la cúspide del Imperio Español por tener las mejores espadas de acero..

¿Cómo se forjaban las espadas de Toledo? Con una aleación específica de hierro y acero que permitia que una espada fuera flexible pero a la vez fuerte. Uno de los métodos utilizados era calentarlo y enseguida enfriarlo para que sus elementos se unieran en una aleación perfecta, este método era el Templado.  Cuando escuchaba la historia me imaginaba a los herreros con sus martillos y hornos en plena acción para luego meter una espada fuerte pero flexible en un bote de agua para hacerla perfecta.

De ahí viene la palabra Templanza, que es sencillamente la forma en que uno enfrente a la vida: ser fuerte sin quebrarse. Para serlo se necesitan muchos baldes de agua fría emocionales: la partida inevitable de alguien, las decisiones equivocadas, los rechazos e incluso las falsas expectativas. Tu seguramente las tendrás o la has tenido en su momento.

Es cierto que hemos llorado y entre las lágrimas le preguntamos a Dios: ¿porqué nos pasó esto? ¿que hicimos mal? pero en su gran sabiduría El nos está dando la oportunidad para ser fuertes.

Ningún capitán de marina logró serlo sin un mar tempestuoso. En esta vida conocerás a personas que por su mismo miedo a sentir un poco de "agua fría" desean mantenerse bien calentitos entre cuatro paredes y negarse a vivir la vida. Personas que se niegan a salir de su zona cómoda porque sencillamente tienen miedo.

La templanza no algo que lo tienen todos. Como te digo, solo los que han sufrido y han puesto sus miedos y retos en manos de Dios han recibido la fortaleza para enfrentarlos.

Así que:
Todos hemos tenido miedo, todos hemos llorado, pero cuando estás consciente que ese dolor será por tu bien y para bien, no sólo pasará sino que será la base para dar un nuevo paso en tu vida.

Sigue cosechando...


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